Gabriel Zaid es sinónimo de claridad y lucidez mental. Alejado de
los medios de comunicación que todo lo corrompen, Zaid prefiere el anonimato a
cambio de ceder los reflectores a las ideas que sin ningún afán dogmático
pregona. Lector inteligente, poeta, historiador de la literatura
mexicana y crítico mordaz hace del Ensayo a una vez su método y su espada
para terminar con los atropellos de la ignorancia y sus numerosos seguidores.
Zaid es más
que un autor heterodoxo e inclasificable, como lo menciona Eduardo Mejía
en su Antología General (Oceano, 2004), es una mente avispada
y curiosa hasta la impertinencia que ha escrito sin distingos desde
poesía hasta economía ("para
mí, todo nace de la poesía..." dice
Zaid) en donde le den pluma: desde la revista Contenido en los 70's hasta la Letras Libres en nuestros días Zaid deja claro que
la inteligencia y la cultura son bienes democráticos que no admiten
discriminación.
El lector de Zaid se percata a las
primeras de cambio de que su razonamiento está vivo, que, como dice Adolfo
Castañón, si bien no es infinito, está en infinitivo: Zaid no cita a Antonio Machado, lo
conjuga, no repite a Ivan Illich o a Octavio Paz, sino que se embarca con ellos
hacia polos críticos afines. No copia a Max Weber o a Lois Dumont, sino que los
ejecuta en un sentido musical.
Su obra es, sin duda, un conjunto de
escritos vivos y orgánicos que evolucionan con el paso del tiempo y que más que
perder vigencia, vigilan tenazmente la realidad mexicana, la industria editorial
y los prejuicios y abusos que inhiben el desarrollo cultural.
Desde Reloj
de sol hasta El secreto de la Fama,
Gabriel Zaid es un escritor que merece ser leído y cuya obra es, sépalo
desde hoy, una relectura necesaria.